viernes, 20 de abril de 2012

Especies más frecuentes

Ánade real o azulón (Anas platyrhinchos): abundante y fácil de ver durante todo el año. Nidifica en esta zona.
Ocasionalmente puede observarse alguna garza real aislada (ardea cinerea) y alguna garceta (Egretta alba).
Aunque nunca ha sido especie abundante, hace una década, el rascón (Rallus aquaticus) nidificaba en esta zona, pero la creciente presencia humana ha conllevado la desaparición en el Carburo de esta tímida ave.
Azor (Accipiter gentilis): anida en los árboles más resguardados de la zona y, a menudo, se le ve oteando y cazando.
También se observa con relativa frecuencia el vuelo del milano real (Milvus milvus), ratonero (Buteo buteo), cernícalo (Falco tinnunculus) y en las mañanas soleadas del invierno al esmerejón (Falco columbarius).     
Esmerejón

Se puede oir durante la primavera en los alrededores a la perdiz (Alectoris rufa), la codorniz (Coturnix coturnix), el alcaraván (Burhinus oedicnemus), y cada vez menos al cuco (Cuculus canorus).
La paloma torcaz (Columba palumbus) y la tórtola turca (Streptopelia decaocto) son muy abundantes durante todo el año.
En los atardeceres primaverales se puede oir al autillo (Otus scops) y ocasionalmente se puede ver alguna pareja de mochuelos (Athene noctua) posados en rocas o en alguna edificación semiderruída.
Golondrinas (Hirundo rustica) y avión común (Delichon urbica) empiezan a apoderarse de los cielos desde finales de marzo, y los vencejos (Apus apus) llegan a estas latitudes frías los primeros días de mayo; también son los primeros en empezar a marcharse: desde mediados de julio.
A mediados de abril vienen a anidar los gregarios y vistosos abejarucos (Merops apiaster), siendo facilísimo oirlos y observarlos en grandes grupos revoloteando o posados sobre los tendidos eléctricos.
También desde mediados de marzo puede oirse el inconfundible canto de la abubilla (Upupa epops), también muy fácil de observar en vuelo o posada, con la cresta extendida o plegada.
En cuanto a los picos, hay dos especies abundantes durante todo el año, que nidifican en la zona, y especialmente activas en primavera y en otoño. Son el pito real (Picus viridis) y el pico picapinos (Dendrocopos major), inconfundibles en sus reclamos y vuelo ondulante.
Muy abundantes son durante todo el año la lavandera blanca (Motacilla alba) y la cascadeña (Motacilla cinerea).
Nidifican en los carrizos de las márgenes del río los carriceros comunes (Acrocephalus scirpaceus), cada vez menos frecuentes por las continuas agresiones a las riberas. Son las aves que más tarde llegan de su viaje migratorio, mediados de mayo.
A principios de mayo es muy fácil observar ya al simpático y nada tímido zarcero común (Hippolais poliglotta), ave también nidificante en la zona.

Curruca capirotada

Las currucas están bien representadas en el Carburo: muy abundante, inconfundible en su reclamo y canto, es la curruca capirotada (Sylvia atricapilla), muy activa durante todo el año. Menos abundante es la curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala). Y también frecuente en su visita estival es la curruca carrasqueña (Sylvia cantillans). En contadas ocasiones he encontrado a la curruca tomillera (sylvia conspicillata) y a la rabilarga (Sylvia undata).  
                                                                                                           
Al papamoscas gris (Muscicapa striata) y al cerrojillo (Ficedula hypoleuca) sólo los he encontrado en esta zona en Septiembre, por lo que no puedo afirmar que se reproduzcan por aquí. Quizá lo toman como “área de descanso” en su viaje migratorio.
El mosquitero común (Phylloscopus colybita) es muy abundante durante todo el invierno.
El petirrojo (Erithacus rubecula) puede disfrutarse durante todo el año, fácil de observar, incluso sin prismáticos.
Los ruiseñores (Luscinia megarhynchos) no llegan a Teruel hasta mediados de abril y hay que esperar hasta finales para disfrutar de su canto.
Otro auténtico símbolo de la primavera es el canto del mirlo (Turdus merula) que, junto con el del ruiseñor, es frecuente oirlo por la noche. El resto del año hay que conformarse con su inconfundible reclamo.
El pequeño mito (Aegithalos caudatus)) puede encontrarse aquí durante todo el año, pero es especialmente activo jugueteando en las ramas cuando se concentra en grupos para pasar el invierno.
El carbonero común ((Parus major) y el herrerillo común (Parus caeruleus) nos hacen disfrutar de su vivacidad y sus variados cantos y reclamos en todas las estaciones. También se observa algún ejemplar aislado de los pinares cercanos de carbonero garrapinos (Parus ater) y herrerillo capuchino (Parus cristatus).
Frecuente de ver alrededor del tronco de los chopos es el agateador común (Certhia brachydactyla), de bello canto.
Los fringílidos: pinzón vulgar (Fringilla coelebs), jilguero (Carduelis carduelis), verderón (Carduelos chloris) pasan ahí todo el año pero en invierno es fácil verlos en grandes grupos, a los que se unen los invernantes luganos (carduelis spinus), así como el pardillo común (Acanthis cannabina) y los ruidosos verdecillos (Serinus serinus).
Oropéndola

Casi anecdótica resulta la observación en sólo dos ocasiones durante el mes de febrero de una pareja de piquituertos (Loxia curvirostra).
Aunque no frecuentes, es posible observar estorninos (Sturnus unicolor), urracas (Pica pica) y cornejas (Corvus corone corone).
Y para acabar con este recorrido taxonómico, señalar que la vistosa oropéndola (Oriolus oriolus), que llega muy tarde, ya empezado mayo, anida en las choperas del carburo.


En el tramo final del Camino del Carburo, llegando al barrio de La Guea, donde el río se aleja del camino y los árboles dan paso a los arbustos y a las ondulaciones arcillosas, es fácil escuchar en primavera y ver durante todo el año al triguero (Emberiza calandra), a la alondra (Alauda arvensis) y a la cogujada común (Galerida cristata), así como ver posados en algún arbusto o espino a la simpática tarabilla (Saxicola torquata), al alcaudón real (Lanius excubitor) y en primavera, a alguna pareja de alcaudón común, (Lanius senator), esta última especie suele venir a finales de marzo. También vienen a estas latitudes en primavera las esbeltas collalbas, la gris (Oenanthe oenanthe), muy abundante, y la rubia (Oenanthe hispanica), más escasa.

viernes, 10 de febrero de 2012

Camino del Carburo

El Camino del Carburo, situado a unos 2 Km. Del centro de Teruel, es una zona natural de especiales características en la que los caminantes pueden encontrar, si se fijan un poquito, algo más que un relajante paseo.
            Situado entre el río Turia y una acequia de riego, y rodeado de poblada vegetación por un lado y huertos y choperas por el otro, el Camino del Carburo es un lugar resguardado y húmedo en el que se desarrolla un microclima especial que permite, entre otras cosas, la existencia de árboles típicos de zonas húmedas en estas latitudes. Además de muchos tipos de arbustos: majuelo (Crataegus monogyna), saúco (Sambucus nigra), yezgo (Sambucus ebulus), y un larguísimo etcétera, encontramos árboles como el avellano (Corylus avellana), algunas especies de sauces (Salix), y abedules (Betula), serbales (Sorbus aucuparia), fresnos (Fraxinus angustifolia), membrilleros (Cydonia oblonga), y nogueras, y en un segundo plano pinos y otras coníferas. En las zonas de los huertos, desgraciadamente cada vez con menos productos de huerta y con más amplias extensiones de maíz transgénico, encontramos choperas y algunos frutales dispersos como manzanos o perales.


            Tal variedad de especies vegetales hace que la fauna sea también rica y variada: desde distintos tipos de pequeños mamíferos hasta jabalís de vida nocturna. Pero donde el Camino del Carburo destaca por su riqueza y variedad es en el campo de las aves, donde podemos encontrar más de 50 especies distintas.

            A continuación enumeraré todas aquellas aves que yo he observado comúnmente durante mis visitas a esta zona en los últimos años, señalando la época en la que se pueden encontrar y alguna característica especial que pueda ser interesante. Alguna foto de las que aparecen para ilustrar los textos es mía, pero la mayoría está sacada de sitios libres de internet.
            Si os anima lo que aquí veis, para empezar a observar, sólo necesitáis una buena guía de aves, unos prismáticos, tiempo, silencio y ganicas de aprender.